Arrugas y dilemas

 

 


Cuando las arrugas hacen su aparición, a menudo nos enfrentamos a la sensación de que ha comenzado la obsolescencia programada. Nos vemos compelidos a cuestionar aspectos fundamentales de la vida: el tiempo, la belleza, y sobre todo, la belleza. Esto me hace recordar un momento icónico de la serie "Sex and the City", cuando Samantha contempla la idea de usar grasa de su propio trasero en su rostro, simplemente porque ya no se siente bella. Todo esto desencadenado por el comentario de un hombre sobre las arrugas en su cuello, ¿acaso todo esto se reduce a la mirada externa y la validación masculina?

Desde mi experiencia, la validación externa tiende a ser más influenciada por la perspectiva femenina. Nosotras mismas podemos ser críticas, llegando incluso a comentar de manera despiadada sobre otras mujeres: "¿Viste a Fulana? Se ve muy mayor", o "Está completamente acabada". Estas frases crueles me llevan a preguntarme: ¿por qué asociamos las arrugas con el concepto de estar "acabada"? Es crucial reflexionar sobre estos juicios superficiales que solo sirven para perpetuar estándares de belleza poco realistas y dañinos.


En conclusión, las arrugas son parte natural del proceso de envejecimiento y no deberían ser vistas como el fin de la belleza o la juventud. Es fundamental cambiar la perspectiva hacia el cuidado personal, centrándonos en sentirnos bien con nosotros mismos, en lugar de perseguir la juventud eterna. Los tratamientos estéticos deben ser utilizados como herramientas para el cuidado y el amor propio, evitando someterse a procesos innecesarios o peligrosos. Aceptar nuestras arrugas y aprender a valorar nuestra belleza en todas las etapas de la vida es esencial para cultivar una autoestima saludable y una actitud positiva hacia el envejecimiento.


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